domingo, 27 de enero de 2008

Leyenda de una Flor






Un cielo rosa- azulado, chorreando vapores de agua, cubría el pequeño pueblito situado en un maravilloso valle, en el centro de Asia, donde habitaba la familia de los Sung. El padre, de tez cobre canela; la madre, morena, con hermoso moño negro anudado a su nuca, de menudos pechos ahumados, que gemían baladas redondas; y el hijo, de un año, componían la feliz familia que las hojas de los cerezos y la nieve de las montañas cercanas soñaron contemplar. Los días de fiesta, se ponían su traje más hermoso y salían al campo a pasear y admirar su belleza. Uno de esos días la familia no salió. El pequeño Shu, estaba enfermo. -Se habrá resfriado esta mañana – dijo el padre. -Sí; dentro de unos días estará bien- sentenció la madre. Pasaron los días y el pequeño no mejoraba. La madre, preocupada, viendo la palidez de la carita del niño, dijo: -Escucha, esposo: he pensado que debemos llevar a nuestro hijo al sabio que vive en las afueras del pueblo. Él conoce las hierbas que sanan y nos dará alguna para nuestro hijo. -Dices bien, esposa. Mañana mismo le llevaremos. Al día siguiente, apenas el alba se abría paso entre la noche, cuando los gallos cavaban buscando la aurora, la pareja salió en busca del hombre sabio que recolectaba hierbas que curaban a los hombres. Una vez delante del anciano, mirando éste al niño, escucharon las palabras negras: - Lo siento; pero no tengo las hierbas que puedan curar a vuestro hijo. -¡Por favor, te lo rogamos! ¡Dinos qué podemos hacer para que nuestro hijo viva!- suplicó la madre. -El sabio la miró y su pena le conmovió. -Mira, mujer; vas a ir a lo más profundo del bosque y, en el lugar donde se encuentra el árbol más alto, ahí hallaras una flor. ¡Tráela! Tantos pétalos como tenga, tantos días vivirá tu hijo. Sólo puedo decirte eso. -¿Una flor? -Sí. La madre, con el rostro de amapola, salió en busca de la desconocida flor. Con la soledad a cuestas y la sombra sobre sus ojos llegó al lugar del bosque donde se erguía el árbol más alto que jamás viera. Su copa se desvanecía entre hilachos de algodón. Buscó alrededor de él, y sus ojos captaron una flor, cuya forma, color y perfume, eran la esencia de la belleza. Cortó una y, horrorizada, vio que tan sólo la formaban cuatro pétalos. -“¡Oh, no; mi hijo sólo vivirá cuatro días! ¡No; no lo puedo consentir!” Y, arrodillándose, depositó la flor en el verde manto y, muy despacio, con sumo cuidado, fue rasgando cada pétalo en finos hilos de color. -“Mi hijo vivirá mucho más, ahora” Regresó corriendo llena de esperanza a la casa del sabio. Le mostró la flor. El anciano comenzó a contar los finos pétalos pero una alada brisa los amontonó y perdió el número de los contados. -Tengo que empezar de nuevo- dijo para sí. Fue separando, de nuevo, con sumo cuidado los pedacitos de flor y, de pronto, una inesperada lluvia impidió que siguiera contado. -Creo que es imposible contar los innumerables pétalos de esta flor. Esto indica que tu hijo vivirá incontables días. Idos tranquilos; el niño llegará a contar largos años en su vida. Así fue, el niño sanó, y vivió largos años. Los padres, agradecidos y felices, quisieron ir de nuevo hasta el lugar donde crecía la flor. La sombra del majestuoso Sándalo protegía a las especies vegetales que anidaban a sus pies de la dureza del sol. La pareja vio, con admiración, que las flores que allí se mostraban, tenían incontables pétalos; tantos, como los que la madre había dividido a los de la primera flor. Decidieron darle un nombre en honor a su virtud de dar larga vida a los hombres, y le llamaron: Crisantemo.


Las avispitas y las flores fueron hechas por Montserrat, una amiga a la que quiero mucho. Ella ha querido que publicara las fotos aquí con un cuento que me gustara y también me ha dejado dicho algo muy bonito: “Gracias Ale por compartirnos los sueños que se bordan al corazón con hilo y aguja" y yo le respondo que muchas gracias a ella por permitirme poner aquí las fotos y hacer que esto siga creciendo. Son hechos a mano con fieltro, limpiapipas y chaquirón (en los ojos).

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Wo!!!!
Está bien precioso ese cuento que elegiste Ale.... gracias por publicar mis abejitas...

te quiero un montonal....ere increíble.

Tus pingus son lo máximo, haces unas cosas bien padres.

Anónimo dijo...

TOCALLA AMIGUIS DE MI AMIGUIS OYE QUE LINDAS ME ENCANTARON LAS ABISPAS CON ACTITUD PARECERIA QUE ESTAN POSANDO Y SE VEN RE LINDASSSSSSSSSSSSSSS

Lentejuela dijo...

Gracias Moon! Y disculpa ^_^' pensé que eran avispas, me he confundido. Lo siento mucho!!!
Y gracias por firmar "la chaquiras" jajaja te queda bien eh :P A mí me gustan las lentejuelas, son tan redondas y tienen colores tan bonitos. Y las chaquiras también :D A Jeiz podemos decirle la canutillo xDD Por cierto, puedo poner aquí las fotos de tus bolsas, si quieres! Yo quiero unaaaa!

Anónimo dijo...

Muy bonita la historia y las flores y abejas. Todas ellas tiene cara de buena persona. Eso me gusta. Esas caras redondas con ojos redondos y sonrisa limpia. Parecen abuelitas. :D

Anónimo dijo...

Están bonitos tambien este tipo de trabajos, es bueno q le des la oportunidad a otros de mostrar su contenido..

Esas abejas son muy lindas, parecen caricaturas!!!

Saluditos

Lentejuela dijo...

Gracias por sus comentarios! La verdad es que sí tienen cara de buenas. Son muy lindas ^_^